Reglas claras, políticas serias (publicado en www.diariojujuy.com.ar)

La historia reciente (y no tanto) de nuestro país nos enseña que en muy pocas ocasiones nuestros gobiernos han implementado políticas basadas en el largo plazo, a fin de darle un marco de previsibilidad al sistema jurídico argentino.A tal fin podemos vislumbrar reglas de juego que cambian según el color político del gobierno de turno, tornando en un verdadero caos el campo de acción de los agentes involucrados.¿Cómo pueden decidir sus acciones los individuos y las empresas tanto en su consumo como en sus inversiones si no tienen una idea clara, o por lo menos vaga, del sentido del soplido de viento? ¿Es razonable planificar a diez, quince o veinte años en un país donde su historia nos indica que el último proyecto de país se fue juntamente con Frondizi?Es necesario e imperioso entonces clarificar el esquema nacional en lo que se refiere a aquellas políticas de Estado que, por su impacto en las estructuras vitales del país, no deberían cambiar cuando se muda de ideología política a nivel gubernamental.La pregunta obvia radica en: ¿está capacitado el sistema de partidos políticos de la República Argentina para alcanzar un consenso en tal sentido? ¿Hay antecedentes de países vecinos o cercanos al nuestro? Repasemos la historia.Luego de la muerte y posterior caída del régimen franquista en España, se generó el clima propicio para que todos los actores políticos que comenzaban a desandar la democracia española programaran el país de los siguientes años.En tal sentido se reunieron y diseñaron la España que los españoles esperaban para sí y para sus hijos. Por ello es que directivas fundamentales para el desarrollo y bienestar del país fueron trazadas por la totalidad de las fuerzas políticas de entonces.El Pacto de la Moncloa nació en octubre de 1977: España mantuvo políticas de Estado que la sacaron del atraso y la pobreza y la posicionaron en los más altos niveles de vida de Europa y del mundo entero.El lector podrá, y está en todo su derecho, manifestar que la idiosincrasia española y europea dista de converger con la argentina y sudamericana, por lo que pactos políticos como el enunciado difícilmente se realicen y respeten por estas tierras.Bueno, la historia nos otorga ejemplos más cercanos.Al finalizar la feroz dictadura de Augusto Pinochet en Chile, determinadas fuerzas políticas del país trasandino (al igual que en el caso español) diseñaron políticas fundamentales que no podrían desvirtuarse por el color político del gobierno de turno. Nacía la Concertación.Aunque reste camino para que la sociedad chilena alcance un pleno bienestar, o por lo menos se acerque a los niveles europeos de vida, Chile es hoy el país más previsible de América del Sur, con políticas estatales acorde con la seriedad de sus gobiernos, sean de izquierda o de derecha.Ahora bien, ¿nos quedan excusas para seguir planificando como lo hacemos? ¿Somos los argentinos menos que los chilenos o incluso que los españoles?Creo que la historia nos indica que sólo con consensos se crean las bases fundamentales de un país serio y desarrollado.Es hora de que nuestros dirigentes, sean de la fuerza política que sean, se sienten y programen el país de los próximos veinte o cincuenta años y se comprometan a cumplimentar todas aquellas políticas necesarias para que Argentina ocupe el lugar que su naturaleza y condiciones geográficas y humanas le tienen reservado: un país donde sus habitantes puedan alcanzar niveles de vida dignos.De una vez y para siempre.