Los planes descansar (publicado en www.diariojujuy.com.ar)

Un tema que se ha convertido en tabú en la sociedad argentina es sin lugar a dudas el referido a los planes de asistencia social otorgados por el Estado Nacional a los desempleados de todo el país.En tal sentido podemos darnos cuenta que todos opinan sobre la inconveniencia de aplicar tales políticas asistencialistas, mas siempre y cuando las conversaciones se desarrollen en un café y no trasciendan allende el mismo. Nadie dice nada públicamente, ya sea por miedo o por vergüenza.Pero, ¿qué es lo que hay que decir? ¿Qué problema encontramos al respecto?El quid de la cuestión radica en que debemos replantearnos, como sociedad, la naturaleza y conveniencia de sostener semejante cantidad de planes sociales cuando los resultados en la actualidad no sólo distan de lo esperado sino que generan un daño irreversible y con consecuencias en el largo plazo.Nadie pone en duda que en el año 2001 el país estuvo al borde de desaparecer de los mapas geopolíticos, con secuelas económicas y sociales que aún hoy perduran y que debemos todavía solucionar. Los planes asistenciales encarados por el Estado Nacional no tuvieron otro fin que contener a miles y miles de conciudadanos sumidos en la pobreza y la desesperación. El país se hundía y todos los argentinos lo hacíamos con él.Sin embargo el escenario actual es diferente al de siete años atrás: el país, mal o bien, no para de crecer y la renta generada es cada vez mayor. La tasa oficial (¡ejem!) de desempleo cae medición tras medición y la demanda de trabajo es sostenida en forma creciente.Ahora bien, los planes para desempleados han traído como colofón un efecto que me resulta gravísimo a los fines de entender la gravedad de la situación: muchos beneficiarios no desean ser incorporados al mercado laboral registrado para no perder “el plan” que le otorga el Estado, prefiriendo las ínfimas sumas recibidas a percibir remuneraciones con obra social y jubilación incluidas.Se pondera el plan social por sobre la relación laboral formal, constituyendo de esta manera una locura sin pies ni cabeza.En la provincia de Jujuy tenemos un ejemplo muy cercano ya que podemos enunciar que en la plantación tabacalera numerosos empleados no desean ser incorporados a los libros de sus empleadores para así poder seguir cobrando su plan asistencial. Ello con las inmediatas consecuencias para ambas partes: informalidad laboral para el empleado y riesgo de ser castigados con severas multas para el empleador.En los países más serios del planeta se instrumentan planes para desempleados en forma temporal, es decir hasta que el individuo logre reincorporarse al mercado laboral, siempre con la obligación de buscar permanentemente una ocupación formal.En este país, siempre a contramano de los remedios recetados por aquellos países exitosos, el plan por desempleo es permanente y, si eso fuera poco, gana terreno día a día: las presiones ejercidas por los movimientos sociales (o sus líderes, claro está) logran que se incorporen beneficios adicionales como ser vacaciones, agregados varios, convirtiendo al plan social en un verdadero sueldo mensual para el beneficiario.¿Y con ello que han logrado? Que la gente que recibe la suma se acostumbre a percibirla sin trabajar, sin preocuparse por encontrar ocupación y sin planificar su futuro en forma formal y registral.Y el principal perjudicado es el mismo beneficiario pues lo han convertido en un individuo sin perspectiva alguna de crecimiento personal, estancado en sumas irrisorias de ingreso y siempre navegando en las turbias aguas del clientelismo político o sindical.Por ello es que nuestro país debe analizar seriamente la conveniencia de seguir aplicando políticas que dañan tanto a los beneficiarios como a la sociedad misma en su conjunto, creando ejércitos de desamparados y abandonados sin presente ni futuro.
Es hora de dar la caña de pescar y no el pescado.

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